Derechos humanos y migración


La Asamblea General de Naciones Unidas estableció en día 18 del mes de diciembre como día Internacional del Migrante. Podríamos considerarlo un intento por dotar de protección y derechos a las personas migrantes, pero lo cierto es que no es insuficiente, si no se trabaja a nivel de la imagen psicosocial de la migración en las sociedades de acogida, ya que estos estereotipos definen relaciones sociopolíticas, económicas capitalista, globalizadas, etnocéntricas... extremadamente complejas y difíciles de cambiar si no se toma conciencia de ello.

En innumerables trabajos de investigación surge de base el etnocentrismo como creencia "Nuestra sociedad no es perfecta, pero nuestra cultura es superior a otras", donde destaca la idea de ordinalidad y superioridad cultural sobre las demás.

Es evidente que el capitalismo se halla en una crisis estructural y sus promesas de progreso y felicidad para todos, no se han cumplido, sino que además hemos descubierto que son irrealizables (Josep Fontana). Lo que avoca a hombres y mujeres de todos los dogmas, ideologías, costumbres, razas, posiciones económicas y preferencias políticas a migrar desplegando una incesante red de relaciones sociales, para palear la desigualdad social, que es uno de los factores básicos que promueven las migraciones y las convierten en un problema político, creado por aquellos que por siglos han hablado en nombre del bienestar de la sociedad y bajo la promesa irrealizable de que el progreso y la felicidad sería para todos, y que han acumulado una ingente riqueza llevando al extremo la ambición irresponsable. Al respecto José Luis de Leonardo, afirma que “dos centenares de multimillonarios acumulan la misma riqueza que la mitad de la humanidad.

La globalización impulsó entre otros: la fuga de cerebros y de trabajadores no calificados de los países pobres para, en el segundo caso, emplearse en los puestos de trabajo considerados indeseables por las población local de los países ricos; empleo doméstico, recolección de basura, construcción, servicios de hostelería y restauración, etc.

Carlos Pereda, hace una reflexión sobre la división social respecto a las personas migrantes, de un lado, los xenófobos y racistas declarados; de otro, quienes muestran solidaridad, respeto o conmiseración por la migración. Sin embargo, ¿cuántos de los que nos situamos en el segundo grupo estaríamos dispuestos a admitir la plena igualdad de derechos de los inmigrantes, en tanto ciudadanos de esta sociedad? Nos encontramos ante la necesidad de pensar y redefinir los conceptos de ciudadanía y democracia, desvinculándolos de alguna manera de la “nacionalidad de origen” y refiriéndolas a una ciudadanía universal, esto pasa por la plena vigencia de sus derechos políticos. A pesar de lo que el “prisma nacional” nos diga, la migración no es un elementos externo al sistema social: viven, producen y se reproducen en esta sociedad; la fantasía de quitarla del medio, para eliminar problemas no es más que eso: fantasía irrealizable. Están aquí para quedarse y el futuro de este país depende de la reflexión y del resultado de las acciones para la inclusión de los colectivos migrantes.

Según María José Magliano y Silvina María Romano: “La importancia de reflexionar sobre estos temas radica en que los discursos y las prácticas alrededor de determinadas concepciones de «desarrollo» reproducen formas de conocimiento y visiones del mundo que se plasman en recomendaciones, líneas de acción y políticas públicas. Los discursos y las prácticas en torno al desarrollo que se desprenden de la agenda política global y regional sobre migraciones, antes que cuestionar la producción y reproducción de las múltiples formas de desigualdad social que estructuran los procesos migratorios internacionales en el marco de la hegemonía de un sistema socioeconómico fundamentalmente jerárquico y desigual, impulsan la mejor adaptación posible a este sistema. Si bien se reconocen las situaciones de pobreza y exclusión que afrontan las y los migrantes en sus lugares de origen y de destino, no se cuestiona en profundidad el sistema que produce y reproduce esas situaciones de pobreza y exclusión. De modo que, más que discutir acerca de las condiciones que perpetúan el subdesarrollo de la periferia, la «ilegalidad» y la «irregularidad» migratoria aparecen como los aspectos centrales a resolver, promoviendo iniciativas para «ordenar» y «encauzar» los movimientos de población, respondiendo a los objetivos de «control» y «seguridad» que organizan el enfoque de la gobernabilidad de las migraciones. Este enfoque, que se basa en la estabilidad, la eficacia y la cooperación en pos de lograr legitimidad y consenso, diluyendo cualquier respuesta fundada en el conflicto, apunta a alcanzar una mayor rentabilidad de la mano de obra migrante, femenina y masculina, maximizando los «beneficios» y minimizando los «costos»”

Todo lo relacionado con la migración es una cuestión de derechos humanos, La humanidad es ambulante por naturaleza y se desplaza primordialmente por necesidades fundamentales de supervivencia.

La inmigración es inherente a la naturaleza humana, ha existido siempre desde su aparición en la tierra y siempre existirá.

Artículo 1 de La Declaración Universal de Derechos Humanos:

¡Todos los seres humanos nacemos libres e iguales en dignidad y derechos!

Magdalena Hernández Salazar.